Paulo Freire. Revista de Pedagogía Crítica
Año 16, N° 20, Julio – Diciembre 2018
ISSN 0717 – 9065 ISSN ON LINE 0719 – 8019
pp. 83 - 104
BECAS, ESCUELA DE VERANO Y MISIONES EDUCACIONALES PARA LA FORMACIÓN DEL PROFESORADO CHILENO Y LA EDUCACIÓN VENEZOLANA (1934 - 1938)
SCHOLARSHIPS, SUMMER SCHOOL AND EDUCATIONAL MISSIONS FOR THE TRAINING OF CHILEAN TEACHERS AND VENEZUELAN EDUCATION (1934 - 1938)
Ramón Uzcátegui Pacheco*
Resumen
En el artículo se analiza parte de la dinámica institucional del magisterio chileno en su esfuerzo por consolidarse en una fuerza pedagógica con proyección internacional. Este proceso se inició desde finales del siglo XIX y se profundizó a comienzo del siglo XX, teniendo proyecciones importantes en la educación latinoamericana, y venezolana, en particular. En el texto se aborda un aspecto de esta relación a partir de las iniciativas institucionales que se gestaron al inicio del siglo XX y que posibilitó la relación pedagógica entre Chile y Venezuela. La estrategia de formación de maestros a partir de becas, escuelas de verano, escuelas de invierno y la puesta en marcha de misiones educacionales favoreció el intercambio entre docentes en la región y proyecto internacionalmente al magisterio chileno, iniciativas liderizadas por profesores y egresados del Instituto Pedagógico de Chile con repercusiones en la educación costarricense, dominicana y venezolana. A partir de revisión documental y de la historiografía educativa chilena y venezolana disponible se recrean algunas expresiones institucionales todas ellas orientadas al fortalecimiento de la educación chilena, y porque no, base para lo que después será una comprensión latinoamericana de los problemas educacionales de la región.
Palabras claves: misiones pedagógicas, educación chilena, educación venezolana, formación docente, cooperación internacional
*Doctor en Humanidades, Universidad Central de Venezuela. Profesor invitado Centro de Estudios Avanzados, Universidad de Playa Ancha, Viña del Mar, Chile; razktgui@gmail.com Fecha de Recepción: 27 de septiembre 2018
Fecha de Aceptación: 30 octubre 2018
Abstract
The article analyzes part of the institutional dynamics of the Chilean teaching profession in its effort to consolidate itself into a pedagogical force with international projection. This process began at the end of the nineteenth century and deepened at the beginning of the twentieth century, with important projections in Latin American and Venezuelan education in particular. The text addresses an aspect of this relationship based on the institutional initiatives that were developed at the beginning of the twentieth century and that made possible the pedagogical relationship between Chile and Venezuela. The strategy of teacher training through scholarships, summer schools, winter schools and the implementation of educational missions favored the exchange between teachers in the region and the international project of the Chilean teachers, initiatives led by teachers and graduates of the Pedagogical Institute of Chile with repercussions in Costa Rican, Dominican and Venezuelan education. Based on a review of documents and the available Chilean and Venezuelan educational historiography, some institutional expressions are recreated, all of them aimed at strengthening Chilean education, and why not, the basis for what will later be a Latin American understanding of the region's educational problems.
Keywords: pedagogical missions, Chilean education, Venezuelan education, teacher training, international cooperation
En el artículo, se analiza parte de la dinámica institucional del magisterio chileno en su esfuerzo por consolidarse en una fuerza pedagógica con proyección internacional. Este proceso se inició desde finales del siglo XIX y se profundizó a comienzo del siglo XX, teniendo proyecciones importantes en la educación latinoamericana, en general, y venezolana, en particular. Desde el siglo XIX, se emplearon diversas estrategias para la formación del magisterio, además del desarrollo institucional de las Escuelas Normales y el Instituto Pedagógico, se observa un decidido intercambio de experiencias con los principales centros de investigación pedagógica de Europa y América, estrategias, becas al magisterio, que no solo permitió a los maestros chilenos conocer nuevas realidades educacionales, sino que también favoreció la venida de estudiantes de pedagogías de otros países de América Latina al país austral. Con el tiempo, las becas favorecieron un flujo de profesionales de la educación en la región que se consolidó en la década de los años treinta con la creación de escuelas de verano y escuelas de invierno y, cuyo mayor nivel de proyección se tuvo con la puesta en marcha de misiones educacionales, todas ellas lideradas por profesores y egresados del Instituto Pedagógico de Chile con repercusiones en la educación costarricense, dominicana y Venezuela. En el artículo, a partir de la documentación de la época y de la historiografía educativa chilena y
venezolana disponible, se recrean algunas expresiones institucionales todas ellas orientadas al fortalecimiento de la educación chilena y, porque no, base para lo que después será una comprensión latinoamericana de los problemas educacionales de la región.
En el artículo, se aborda un aspecto de esta relación a partir de las iniciativas institucionales que se gestaron al inicio del siglo XX y que posibilitó la relación pedagógica entre Chile y Venezuela. El artículo forma parte de una investigación más amplia sobre “La influencia chilena en el proceso de modernización de la educación escolar venezolana (1936 - 1948)” (CIES-UCV, CEA-UPLA). Se investiga el itinerario de la misión pedagógica liderada por maestros chilenos y su participación en la reforma educacional venezolana luego de 1936. El artículo se configura conforme al estilo de trabajo que hemos construido en Memoria Educativa venezolana: revisión de la historiografía educativa disponible, identificación de fuentes de información sobre el tema, construcción de una cronología sobre el período estudio, establecimiento de períodos o momentos de análisis e identificación de problemática asociada al tema de investigación, elaboración de una semblanza histórica donde se identifique la relación pedagógica entre Chile y Venezuela, una relación binacional marcada por el componente pedagógico.
La investigación se circunscribe al periodo histórico comprendido entre 1936 y 1948, período histórico en el cual se inicia en Venezuela un conjunto de reformas educacionales inspiradas en las ideas de la escuela nueva o escuela renovada. En la revisión, fundamentalmente de carácter documental, se observó que previo a la creación de misiones educacionales, en el contexto de la educación chilena se ensayaron diversas estrategias institucionales para el fortalecimiento de la formación docente en el contexto nacional, con proyección y vínculos en América latina, con la intensión de proyectar sus proposiciones pedagógicas a los países de la región, donde el magisterio formado y organizado gremial e institucionalmente jugó un papel importante en el avance de la democracia en la primera mitad del siglo XX.
Entre las décadas de 1840 y 1880, sostenidamente se construyó el edificio educacional chileno; en la década de 1880, luego de la Guerra del Pacífico, la disponibilidad de mayores recursos fiscales permitió al país impulsar la primera gran reforma educacional, la expansión educacional (entre 1875 y 1915 el número de escuelas fiscales creció de 818 a 2.920 y la matrícula lo hizo de 65.875 a 308.113 niños, de acuerdo a Salas, 2011, p. 24). La expansión y el crecimiento de la burocracia estatal en Chile, a la que colaboró de manera importante la expansión de la actividad educativa estatal (Carimán Linares, 2012). La política formal de intercambio educativo a nivel internacional en Chile se inicia durante el gobierno del presidente Domingo Santa María en 1883, en aquella época se enviaron profesores a Europa y Estados Unidos para a su vuelta desempeñar el “cargo de preceptores de escuelas primarias” (Galdames, 1985, 115). Estas iniciativas marcaron una influencia importante de la pedagogía alemana en Chile, que se expresa no solo en profesores formados en aquel país, sino también de la llegada de muchos pedagogos alemanes a ocupar cargos docentes en escuelas primarias y normalistas en Chile.
Los viajes se hicieron una iniciativa común, destaca la visita que hizo el profesor José Abelardo Núñez quien “viaja en comisión de gobierno a Estados Unidos y Europa en el año 1878, con el objeto de estudiar la organización, sistema y métodos de la enseñanza primaria” (Galdames, 1985: 116). Durante las dos primeras décadas del siglo XX, se llevó a cabo en el país austral una vasta discusión que consideró actores políticos, gremiales y sociales, la cual derivó en la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria promulgada en 1920. El nuevo estatus de la educación y las discusiones educacionales presentes en el Chile del Centenario se materializaron en tres transformaciones profundas en la educación: su masificación, su articulación en un sistema educacional y su orientación nacional. (Donoso y Donoso, 2010).
El auge, la expansión de la escolarización en Chile, demandó la ampliación de la formación del magisterio, la política no solo se concentró en aumentar el número de profesores, sino de formarlos en las prácticas pedagógicas más avanzadas del momento. “El gobierno había enviado estudiantes a perfeccionarse en el extranjero desde hacía décadas, incluidos varios profesores” (Serrano, Ponce de León, Rengifo, 2012, pp. 46). Los destinos habituales donde se enviaban docentes para su formación y actualización era Europa, específicamente Alemania, donde los intelectuales y maestros se ponían em contacto con las modernas ideas de la pedagogía científica (Pozo Ruiz, 2004; Sanhueza, 2010; 2013). Con la crisis del Estado Liberal chileno a comienzos de siglo, nuevas corrientes ideológicas se abrieron paso a la reforma del Estado y al papel de la educación en la sociedad chilena. Corrientes socialdemócratas, nacionalistas, socialistas y anarquistas se abrieron paso a un fuerte debate sobre el rumbo de la sociedad chilena y su educación. Con las tesis socialdemócratas de mayor democracia y desarrollo social, se identificó en Estados Unidos una fuente de ideas para el progreso de la educación. Chile no solo contrataría profesoras norteamericanas, sino que fomentaría el envío de jóvenes a formarse en el Teachers College de la Universidad de Columbia y a la Universidad de Nueva York, en ellas despuntaban los planeamientos de la pedagogía progresista, en las que participaban el psicólogo Willians James y el pedagogo John Dewey.
Maestros chilenos como Darío Salas, Luis Flores, Margarita Escobedo y Marpis Cáceres son los primeros que viajan a Estados Unidos a formarse en pedagogía en 1905. ¿Por qué estados Unidos? Se pregunta el maestro Darío Salas: “es en ese país donde hay que buscar la escuela completa, la que da conocimiento y habilita para la vida, la que desarrolla armónicamente todas las facultades, la que forma hombres de trabajo e iniciativa, la que forma mejores ciudadanos”1. Así, la educación chilena que inicialmente se había organizado bajo el influjo de las pedagogías hispánica, francesa, luego alemana, transitará en una búsqueda propia a partir del estudio y la reflexión de las ideas y prácticas pedagógicas de la escuela progresista norteamericana. Esta relación pedagógica no será mecánica, será una búsqueda, la pedagogía chilena, en ideas de Darío Salas, uno de los principales representantes del siglo XX transitará hacia la defensa democrática de la educación y de la escuela como agente de asistencia social, tesis labrada en una profunda discusión sobre el sentido de la sociedad y el Estado chileno en el marco del centenario de su independencia (Serrano, Ponce de León, Rengifo, 2012) y que tendrá repercusiones en las reformas educativas de 1920, 1927 y 1928 (Núñez Prieto, 2002)2. La formación y organización pedagógica del magisterio chileno se consolidó en las primeras décadas del siglo XX, sus primeras estructuras gremiales como la Sociedad de Profesores de Instrucción Primaria de Santiago (1856) se suman la Asociación de Educación Nacional (1904), la Federación de Profesores de Instrucción Primaria (1916); la Liga del Magisterio Primario (1916) la Asociación General de Profesores de Chile (1922) la Asociación de la Nueva Educación (Valparaíso, 1922), afiliada a la Liga Internacional para la nueva educación, liderada por Adolfo Ferrieré3, serán agrupaciones que tendrán repercusiones y responsabilidades en las políticas educativas que se suceden en la década de los años 1920 y 1930.
Las misiones educacionales eran parte de una política de Estado promovida por el gobierno chileno en la década de los años treinta. Esta política era instrumentalizada por el Instituto Pedagógico y la Universidad de Chile. Las misiones eran una forma de contribuir a la integración latinoamericana a partir de la cooperación pedagógica, materia en la que Chile había logrado notables avances desde comienzo del siglo XX4. La iniciativa de misiones educacionales liderada por la Universidad de Chile, fue promovida por su rector Juvenal Hernández, quien ya estaba en contacto con varias universidades y círculos intelectuales de la región. En compañía de su equipo rectoral, Gustavo Lira, Darío Benavente, Amanda Labarca, Raúl Ramírez visitó países como Panamá, Costa Rica, México y Estados Unidos, vínculos que luego abrirán paso a las misiones educacionales.
La pedagogía chilena estaba impregnada de las ideas de la escuela nueva, durante décadas el ministerio chileno había desarrollado un programa de reformas que se concreta en la década de los años 20. Al Instituto Pedagógico, fundado en 1894, habían llegado pedagogos alemanes, fue la primera oleada de corrientes modernas científicas en el abordaje del proceso pedagógico, “Aquí llegaron los primeros profesores alemanes que venían de la tierra clásica de la pedagogía a completar nuestros conocimientos de todo orden i a iniciarnos en la ciencia de educar”.5 Institución que con el tiempo se convirtió en faro de la formación pedagógica del sur del continente americano.
La fama del Instituto ha llevado el nombre de Chile en ondas de paz i de progreso hasta los confines de la América Latina. Desde las costas antillanas, desde los valles del Paraguai i de las mesetas de Bolivia han descendido jóvenes que han venido a buscar la luz para guiar a sus pueblos en las irradiaciones de la estrella solitaria del sur6.
En la memoria del Instituto Pedagógico, correspondiente al año escolar de 1914, se reportan estudiantes procedentes de muchos países latinoamericanos;
Entre los estudiantes matriculados figura un buen núcleo de estudiantes de países sur-americanos. Desde hace varios años, el Instituto se ha honrado con estudiantes mui distinguidos de las naciones hermanas, como Centro América, Panamá, Colombia, Bolivia, etc., jóvenes que después de haber hecho brillantes estudios en nuestro plantel de enseñanza han vuelto a su patria con un considerable contingente de saber i experiencia i ocupan hoy lugares preminentes en la enseñanza pública de su país. En el año pasado hubo 15 estudiantes americanos: 1 arjentino, 5 bolivianos, 2 colombianos, 6 panameños i 1 nicaraguense; i en el presente asisten a clase 13: 1 arjentino, 3 peruanos, 1 ecuatoriano, 2 colombianos, 5 panameños i 1 nicaraguense7.
El magisterio chileno había participado intensamente en las experiencias de renovación pedagógica tanto en Europa como en los Estados Unidos. Participaba de la Sociedad de Naciones, en la Liga Internacional de Educación, y en la organización de las Conferencias Regionales de Educación que se celebraron al final de los años 20 y durante los años 30 y 40 del siglo XX. Esta participación en el escenario internacional estaba precedida por la consolidación de agrupaciones, sociedades y organizaciones magisteriales que no solo buscaban incidir en la política pública del Estado Chileno, sino que formaban parte en muchas ocasiones de la toma de decisiones políticas en materia educativa. El clima pedagógico favorable que exhibía la realidad educacional chilena no en balde capta la atención de destacados pedagogos de valía internacional como Adolfo Ferrier, quien visitó el país austral y conoció la realidad educativa de Chile hacia finales de la década de 1930.
El prestigio internacional logrado por la pedagogía chilena no solo se debe al esfuerzo que el Estado hizo en materia de becas y apoyo para que maestros chilenos conocieran los principales adelantos de la pedagogía en Europa, particularmente, Alemania y en Estados Unidos. Así, muchos pedagogos chilenos tuvieron la oportunidad, por lo menos, de ser discípulos de John Dewey, como fue el Dr. Manuel Salas, quien tradujo por vez primera “Mi credo pedagógico” al español. Esta acción está acompañada de un proceso de apertura para que maestros de otras latitudes de la región, vinieran a Chile a estudiar pedagogía. Así, por ejemplo, el gobierno chileno ofreció becas al gobierno venezolano para que enviará estudiantes a formarse en pedagogía en la Escuela Normal Abelardo Núñez y el Instituto Pedagógico. En esa oportunidad, a ocho venezolanos se les otorgó el permiso para hacerse de la beca. Pero, así como Venezuela, se ofrecieron becas a otros países de la región. En la década de los años 30, vemos en el Instituto Pedagógico estudiantes provenientes de Colombia, Costa Rica, Perú, matriculados en los cursos de pedagogía. Las becas eran una acción recurrente en la formación docente, no solo para que maestros chilenos conocieran de otras realidades pedagógicas, sino para la invitación de profesores de América Latina para que fuesen a estudiar pedagogía en el país austral. Las becas eran concertadas entre el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio de Educación y la Universidad de Chile, las becas eran para que “maestros y estudiantes extranjeros que vengan en calidad de alumnos en los próximos cursos de la Escuela de Verano”8
La política de becas fue complementada con las Escuelas de Verano, organizada por la Universidad de Chile para la formación y la actualización docente. La escuela de verano, organizada por la pedagoga Amanda Labarca, reunía catedráticos y estudiantes chilenos con sus pares latinoamericanos. Para Labarca, “las Escuelas de Temporada han sido un vivaz cenáculo de amistad en la familia americana. Ojalá tal sentimiento de solidaridad siga robusteciéndose para bien y armonía del continente colombino” (Labarca, 1945). Las escuelas de verano funcionaban entre el mes de enero y febrero. Según palabras del Ministro de Educación en el acto inaugural de los cursos de verano en 1936, estos tienen como objetivo:
difundir la cultura y técnicas útiles a quienes, por obligación, trabajo o alejamiento de los centros de estudios, no han podido obtenerlas con regularidad en el grado que las necesita. Además, ofrecen una oportunidad inapreciable a profesores, artistas e intelectuales que quieran asistir a ellos en busca de nuevos horizontes para su inteligencia. Significan, pues, un esfuerzo puesto al servicio del adelanto moral, técnico e intelectual9.
Los cursos de verano se organizan desde 1935, eran ofrecidos por profesores chilenos y profesores extranjeros, contratados por la Universidad de Chile, para el desarrollo del programa. A los cursos, asistieron en calidad de profesores, educadores de México, Argentina, Brasil, Uruguay, Perú, Panamá. Los cursos no duraban más de cuatro semanas y se ofrecían en establecimientos educacionales de Valparaíso y Viña del Mar10.
En 1936, “El Ministerio de Relaciones Exteriores, en cooperación con la Universidad de Chile, acordó crear treinta becas para maestros y estudiantes extranjeros que vengan en calidad de alumnos a los próximos cursos de la Escuela de Verano”11. En ese mismo año, se incorporan a la Escuela Jorge Basadre, de la Universidad Mayor de San Marcos de Lima, y Pedro Enríquez Ureña, del Instituto de Filología Hispánica de Buenos Aires. La Escuela de Verano destacó como opción de integración pedagógica latinoamericana. En 1936, el rector de la Universidad de Chile, don Juvenal Hernández, envío invitaciones auniversidades hispanoamericanas para que alumnos y profesores de las casas de estudios que así lo dispusieran se incorporará a los cursos de verano organizados por la universidad. Las becas eran patrocinadas por el Gobierno y eran concedidas dos para los interesados de cada país. La beca incluía estar “eximidos de los derechos de matrícula y gozarán de un mes de estada en Santiago gratuitamente”, además de una rebaja del 25% del pasaje marítimo ofrecido por las compañías de navegación. En los cursos de verano, los participantes se certificaban, según los ramos que tomarán: Desarrollo institucional de Chile, Desarrollo Cultural de nuestro país; Historia Económica de Chile y Evolución de la Política social de Chile.
Las Escuelas de Verano, que inicialmente eran una iniciativa para formar docentes provenientes de las distintas regiones de Chile, se fueron convirtiendo en un espacio para el intercambio de profesiones y estudiantes provenientes de América Latina. Las escuelas de verano continuaron su labor y se fortalecieron en el tiempo. En 1938, el Instituto Pedagógico reportaba más de trescientos cursos a los cuales asistían estudiantes de Estados Unidos, México, Centro América, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Argentina, Brasil y otros países latinoamericanos. La escuela de verano era vista como “un plan verdaderamente práctico de propaganda en los diversos países de América para dar a conocer nuestra enseñanza universitaria, a fin de obtener que el alumnado de esas repúblicas y el profesorado mismo de ellas concurran a una tarea de cooperación intelectual de gran beneficio para el mejoramiento de la cultura hispanoamericana”12.
En la Escuela de Verano, se ofrecían diversos cursos, pero fundamentalmente, de interés pedagógico, algunos de los temas versaban sobre: Higiene mental del niño anormal y del adolescente, psicología infantil, crecimiento físico del niño y del adolescente, psicología infantil, psicología pedagógica, principios de la educación, problemas de la vida escolar, metodología de la educación social y estudio de la naturaleza de la Escuela Primaria; metodología general y especial aplicada a las escuelas primarias, principios de educación aplicados a la enseñanza primaria, práctica escolar primaria, metodología de las matemáticas, entre otros. En 1936, se ofrecían cursos en Ciencias de la Educación: psico-fisiología de la infancia, problemas de la educación comparada, orientación profesional, bases de un sistema pedagógico nacional, psico-fisiología de la adolescencia, filosofía de la educación; en 1937, se ofrecían cursos de apreciación objetiva del trabajo escolar, educación sexual, cuidado y educación del niño preescolar, problemas modernos de la segunda enseñanza, problemas de la adolescencia, fundamentos de una pedagogía para el adulto; en 1939, se dictaban psicología pedagógica, higiene mental del niño normal y del adolescente; ya para 1940, la escuela nueva es el tema organizador de la formación docente: La Escuela Nueva en la práctica, problemas actuales de la educación, enseñanza global en la Escuela Primaria, entre otros; estos cursos eran ofrecido por pedagogos como Lorenzo Luzuriaga, Daniel Navea, Arturo Piga, Benjamín Subercaseaux, todos pedagogos de referencia internacional.
La escuela contó con una participación importante de maestros chilenos y extranjeros, provenientes de América Latina. Ya para 1939, la Escuela de Verano reportaban una inscripción de 29 alumnos extranjeros de un total de 607 alumnos, las profesiones de aquellos alumnos eran 255 maestros primarios, 125 profesores de secundaria, 35 profesores especiales, 12 enfermeras sanitarias y 37 estudiantes universitarios, además de un nutrido grupo de profesores tanto de Chile como del extranjero que ofrecen estos cursos de formación profesional.
6. ESCUELAS DE INVIERNO
A la escuela de verano, le sucedió luego la creación de la escuela de invierno en la cual se ofrecían cursos intensivos al magisterio en el mes de julio. Estos cursos igualmente eran organizados por la profesora Amanda Labarca, jefa de la Dirección de Escuelas de Temporada, a los cuales asistían estudiantes de la geografía chilena y de catedráticos provenientes de América Latina. Las escuelas, tanto de verano como de invierno, eran la expresión de la acción de extensión universitaria emprendida por la Universidad de Chile. En los años treinta, los cursos de la escuela de invierno variaban; en 1937 la escuela de verano ofrece cursos para “profesionales y empleados en servicio, cuyas actividades tengan relación con el comercio, el derecho, la ingeniería y la arquitectura”13. En 1938, la Escuela de Verano ofreció cursos sobre: Pedagogía del adulto y metodología; psicología individual y colectiva; desarrollo social e institucional de Chile; doctrinas chilenas sobre algunas cuestiones fundamentales de Derecho Internacional, Geografía Austral del Chile, entre otros.
Las misiones educacionales fueron una iniciativa institucional del Instituto Pedagógico con el apoyo del Gobierno Chileno con la finalidad de conocer, explorar, asesorar y estudiar otras realidades educativas distintas a la chilena. Por mucho tiempo, se entendía como una cancillería cultural en la que se buscaba establecer y fortalecer lazos intelectuales y educacionales con los países con los cuales Chile tenía vínculos.
Las primeras acciones en este orden datan de 1935 cuando “En sesión del Consejo Universitario de 27 de Diciembre del año último, el Rector señor Juvenal Hernández, dio cuenta de que el 12 de Enero próximo partiría al extranjero con un grupo de autoridades universitarias y profesiones, en misión educacional”14. La gira de las autoridades universitaria era hacia México, Ecuador, Panamá, Costa Rica y Estados Unidos, buscaban un “acercamiento cultural interamericano”. Del grupo de profesores que integraban la misión educacional, una delegación de ella partía a Costa Rica durante algunos meses contratado por el gobierno de ese país para que le asesoraran en materia educacional. “La Misión Educacional que viajó a Costa Rica es un hito importante en el marco de una política de asistencia técnica que ha desarrollado Chile en varios países latinoamericanos” (Galdames, 1985). Es importante aclarar que antes de estas misiones hubo una misión pedagógica chilena estudiando y asesorando en materia educacional a la República de Bolivia en 1907 (Soria Choque, 2010), de la cual no se tiene mayor información.
Así, desde la Universidad de Chile y con el apoyo del Gobierno chileno, se desarrollaron misiones pedagógicas. La primera fue la misión educacional hacia Costa Rica, en la que Luis Galdames, Arturo Piga y Oscar Bustos, profesores de la Universidad de Chile, asistieron al país centroamericano para apoyar en materia de formación docente y en el impulso de la reforma pedagógica de aquel país. Las misiones educacionales se concebían como una embajada cultural de Chile, esto con la finalidad de favorecer el intercambio entre los países. En Costa Rica, la misión creo la nueva universidad de Costa Rica, en la que don Luis Galdames redactó los estatutos orgánicos, además la misión elaboró dos informes sobre la realidad educativa del país costarricense, uno sobre la enseñanza primaria y otro sobre los nuevos métodos de enseñanza15.
En 1937, Luis Galdames preside la misión de pedagogos chilenos que viaja a República Dominicana a asesorar al gobierno caribeño sobre educación. En la misión, le acompañan los profesores César Bunster y Oscar Bustos. La misión en República Dominicana tuvo una importante acogida, con la presencia de los pedagogos chilenos se buscaba “la modernización y ampliación de los métodos educacionales actualmente en uso en ella”16
La progresiva proyección de la pedagogía chilena en el extranjero, tiene en la Comisión Chilena de Cooperación Intelectual su expresión más organizada. Iniciada en 1930, esta comisión tiene como labor “coordinar las actividades culturales nacionales, y dar a conocer la producción intelectual chilena en el extranjero, en especial en los países de América, poniendo en contacto nuestras fuerzas espirituales en las otras naciones, dentro de una finalidad pacifista y de acercamiento internacional”. La comisión busca establecer contactos estables con los principales circuitos de reflexión y análisis de la educación para la época, además de convertirse en una embajada cultura con los países con los cuales tiene vinculo. La comisión:
“Es un organismo autónomo, que no depende del Estado, vinculado al Instituto Internacional de Cooperación Intelectual de París, a la Oficina de Cooperación Intelectual de la Unión Pan Americana, y que mantiene relaciones con las cuarenta y tres comisiones nacionales similares existentes en el mundo; Auspiciada por la Universidad de Chile, su presidente don Juvenal Hernández, rector de nuestra Universidad, y son sus miembros representantes de las principales manifestaciones culturales del país. La dirección de la Comisión está a cargo de un Comité Ejecutivo, que se reúne semanalmente y que preside la señora Amanda Labarca H., en representación de la Universidad de Chile. Secretario es don Francisco Walker Linares”17
La proyección internacional del magisterio modificó el papel del maestro en la sociedad del momento y el rol que la escuela debía asumir: pasar de la escuela de leer y escribir a la escuela como comunidad de vida, rica en experiencias e intercambios favorables al aprendizaje y desarrollo del escolar.
UNA MISIÓN EDUCACIONAL DE PEDAGOGOS CHILENOS VIAJA A VENEZUELA
En las tres estrategias de formación pedagógica implementadas: becas, escuela de verano y misiones educacionales, fue Venezuela uno de los países receptores. En principio, varios fueron los estudiantes venezolanos que, becados por el gobierno chileno, fueron al país austral en distintos momentos a estudiar pedagogía en el Instituto Pedagógico, la Universidad de Chile o la escuela normal Abelardo Núñez. También, hay venezolanos participando en escuelas de verano y, finalmente, Venezuela recibe en 1936 una misión educacional integrada por pedagogos de la Universidad de Chile, acción gestionada por un venezolano, que, habiendo estudiado pedagogía en el país sureño, emprende en 1936 con una nueva generación de venezolanos la modernización de la sociedad venezolana y la instalación de un nuevo modelo de escolarización de inspiración democrática.
La misión chilena llega a Venezuela en el marco de una política nacional orientada a modernizar el país. Las líneas centrales están anunciadas en el Programa de febrero de 1936, expuesto por el presidente de la república Eleazar López Contreras, quien asume la presidencia luego de la muerte del General Juan Vicente Gómez, quien gobernó al país de forma directa e indirecta durante 27 años, siendo una de las dictaduras más férreas de la Venezuela y la América latina del siglo XX. El programa de febrero de 1936 anunciaba tres aspectos fundamentales por atender en la Venezuela del momento: poblar, educar y sanear. En materia de educación, significaba;
Luchar contra el analfabetismo. Reorganización de las escuelas normales. Reorganización de escuelas primarias atendiendo a las necesidades de cada región; escuelas primarias experimentales. Bibliotecas populares. Reorganización del liceo con los profesores formados por el Instituto Pedagógico de Caracas que nace al amparo de este Programa apoyado con las dos misiones de educadores chilenos que vienen al país y contribuyen con las políticas orientadas a la formación de profesores. (Viso, 2017)
La labor del magisterio chileno en Venezuela se proyecta en toda la geografía nacional y por largo tiempo. En occidente, en los llanos, en el sur, vemos maestros recibiendo cursos y talleres sobre técnicas novedosas de enseñanza a cargo de maestros chilenos. La visita de los maestros chilenos a Venezuela fue el resultado de la gestión de Mariano Picón Salas, venezolano radicado en Valparaíso y Santiago desde 1922. Picón Salas había ingresado estudiar pedagogía en la Universidad de Chile, institución de la que luego fue profesor, y con cuyos colegas emprenderán a partir de 1936 el apoyo a la reforma de la educación venezolana. Maestros chilenos iban a Venezuela, estudiantes viajaban a Chile a estudiar pedagogía, es noticia que se lee a partir de 1936;
Maestros venezolanos estudiarán métodos educacionales de Chile. El Rector de la Universidad recibió una comunicación de la Superintendencia de Educación Nacional de Venezuela, firmada por el señor Mariano Picón Salas, relacionada con el envío de misiones técnicas de maestros venezolanos que vendrán a nuestro país a estudiar algunos aspectos de nuestra enseñanza.
Dice el señor Picón Salas al Rector que el Ministerio de Instrucción Pública ha considerado oportuno el envío de algunas misiones de estudiantes y profesores de primera enseñanza a perfeccionar en los establecimientos científicos de la República de Chile, y a estudiar los métodos de la avanzada educación chilena. La primera de estas misiones está constituida por los señores César Rengifo, que estudiará la técnica de las artes aplicadas; Juan Saturno Caneló e Imelda Campos, que asistirán a algunos cursos del Instituto pedagógico, y visitarán los liceos para imponerse de los métodos de la educación secundaria; la señora Abigail Salgado, que estudiará los métodos de la educación física femenina; el señor Julio Silva Flores, que estudiará los trabajos manuales; el señor José Fabiano Ruiz, que estudiará educación física masculina; y la señorita Hildamar Escalante, que estudiará la organización de las escuelas técnicas femeninas.
Conocido es por este Ministerio el espíritu americanista con que la ilustre universidad de su digno cargo acoge a los estudiantes latino-americanos, y en tal virtud me atrevo a recomendarla a los jóvenes que forman parte de la mencionada misión educacional, y que al impregnarse de la elevada cultura chilena contribuirán al acercamiento cordial de nuestros pueblos.
El ministerio de Instrucción Pública, y la Superintendencia de Educación Nacional agradecen vivamente las indicaciones, y consejo que esa Universidad pueda proporcionar a los mencionados estudiantes, termina diciendo la nota18.
Entre los pedagogos que participaron en la misión educacional, está el señor Oscar Vera, quien presidió la misión educacional chilena en Venezuela, contribuyó a establecer el Instituto Pedagógico de Caracas, y fundó los modernos estudios del francés en la referida institución.
Profesores chilenos a Venezuela. La misión de educadores chilenos, contratada por el Gobierno Venezolano, fue despedida por la Sociedad Nacional de Profesores con un acto público que se efectuó en el Salón de Honor de nuestra Universidad, el 28 de abril, con asistencia del Ministerio de Educación y de prominentes autoridades de la enseñanza.
Ofreció el acto el Director General de enseñanza Secundaria, hizo uno de la palabra el Ministerio de Educación, señor Garcés Gana y contestó en nombre de los maestros destinados a Venezuela, el profesor don Oscar Vera. Finalmente, el Excmo, ministro de Venezuela, Doctor Julio Sardi, expresó brillantes conceptos de americanismo19.
Hubo mucha expectativa sobre el viaje de los pedagogos chilenos a Venezuela. En los días previos a su partida, la prensa reseñó día a día las diferentes actividades que se hicieron para honrar a este grupo de profesores que, contratados por la Súper Intendencia Nacional, irán al país caribeño apoyar la reforma educativa.
25 de abril de 1936. Los profesores que van a Venezuela serán agasajados. El próximo martes a las 6:30 PM se llevará a efecto en sesión de Honor de la Universidad de Chile. El homenaje que prepara la Sociedad Nacional de Profesores a los maestros chilenos que van a Venezuela. Atendiendo a la importancia de esta embajada cultural y lo que ella significa para nuestra enseñanza, la demanda de maestros chilenos por gobiernos extranjeros para que vayan a cooperar en reformas educacionales, se ha querido dar esta velada toda la importancia que ella debe significar para los agasajados. El programa elaborado comprende los siguientes números: 1).- Discurso del Ministro de Educación, don Francisco Garcés; 2) Dugnol – Kreisler Preludio y Allegro, violín, por el señor Enrique Kliesman, acompañado de piano por don René Amengual; 3) Discurso por el vicepresidente de la Sociedad Nacional de Profesores y Director General de Educación Secundaria, don Carlos Atienza; 4) Seriatini – Nocturnoso, piano por la señorita Aravena Plaza; 5) Discurso por la Sra. Irma Salas, Directora del Liceo Experimental Manuel Salas”; 6) Discurso por uno de los profesores que viajan a Venezuela20.
La misión partiría a Venezuela con la responsabilidad de: 1) colaborar técnicamente con el Ministerio de Educación para promover la reforma del sistema de enseñanza; 2) perfeccionamiento del profesorado en ejercicio, y 3) fundación de un Instituto para la formación del profesorado en educación secundaria. Durante varios años, los pedagogos chilenos en conjunto con profesores venezolanos emprendieron su labor de asesoría y formación del profesorado. La misión parte en abril y ya en octubre se funda el Instituto Pedagógico Nacional. Esta iniciativa que contó con el apoyo del presidente Eleazar López Contreras, se inserta dentro de la política de poblar, educar y sanear, anunciada en el mes de febrero de 1936 cuando asume la presidencia luego de la muerte del General Juan Vicente Gómez, que después de 27 años de una férrea dictadura muere de causas naturales en diciembre de 1935;
26 de abril de 1936. Se festejó a la misión de maestros que va a Venezuela. Sus colegas del Instituto Nacional le ofrecieron a medio día de ayer una manifestación en ese establecimiento. Poco después del mediodía de ayer, el profesorado del Instituto Nacional, ofreció una manifestación a la misión de maestros chilenos que han sido contratados por el Gobierno Venezolano, para que en ese país cooperen al establecimiento de los nuevos métodos de enseñanza.
En efecto, alrededor de la 1:30 p.m. se sirvió en uno de los comedores del plantel educación mencionado, un almuerzo que alcanzó significativos caracteres.
A este acto asistieron los miembros de la comisión festejada, señora María Marchant, Rosa Paulina y señorita Carmen Moena, del Liceo Manuel de Salas, y los señores Oscar Vera, presidente de la misión y Julio Heiser, del Internado Barros Arana; Octavio Palma, Héctor Aravena, Armando Lira y Arturo Marín, del Instituto Nacional y el profesor primario don Juan Fuentes Vega: el rector de la Nacional don Ulises Vergara, el vicerrector y el inspector general del mismo establecimiento señor Carlos Ramírez y Enzo Marmentini; el visitador de Ramos Técnicos de los Liceos, don Leónidas Leyton; el jefe de la sección pedagógica del Ministerio de educación don Moisés Mussa; otros funcionarios de la misma repartición pública; rectores de los Liceos de Santiago y de humanidades y preparatoria e inspectores del instituto nacional.
Los discursos
El rector del instituto nacional, don Ulises Vergara, a la hora del postre ofreció la manifestación en un elocuente discurso.
Expresó que los jóvenes de todas las naciones hermanas llegaban a Chile a terminar sus estudios en vista del buen pie que se encuentra nuestra enseñanza. Manifestó así mismo que la misión chilena que partirá en breve a Venezuela no es solo portadora de la experiencia pedagógica, cuyo acervo de conocimiento será el cimiento de la reforma educacional de ese país, sino que constituirá un lazo más de unión entre los pueblos sudamericanos. El señor Vergara terminó su alocución haciendo votos por el éxito de la comisión en sus trabajos y brindando por los componentes de ella.
Por su parte, el jefe de la misión pedagógica, don Oscar Vera, en nombre de los maestros que la componen, agradeció la manifestación de que se les hacían objeto en brillantes términos.
Dijo que tenía confianza en el éxito de la obra que iban a llevar a cabo pues no irían a ese país en carácter personal, sino representando al magisterio chileno y por lo cual sabrían dejar muy en alto el prestigio educacional conquistado por Chile ante las demás naciones hispanoamericanas. Recordó a personalidades como don Mariano Picón Salas, a quien dijo que se debía en gran parte ese viaje, pues en su estadía en Chile, había tenido oportunidad de conocer muy de cerca las bondades de nuestros métodos de enseñanza. Terminó el discurso agradeciendo las expresiones del señor Vergara.
En seguida hablaron el profesor de Castellano del Instituto Nacional don Cesar Busner, don Clemente Canales, el profesor de Religión del establecimiento monseñor Miguel Muller, quien dijo que la enseñanza en Chile se encontraba a la vanguardia de los países de América Latina y que nada tenía que envidiarles a los métodos de enseñanza que se practica en Europa.
Cerró la manifestación el exprofesor del Nacional, don Vicente Hernández.
Excusaron su inasistencia el Ministro de Educación, don Francisco Garcés Cana, el subsecretario del mismo ministerio Enrique Bahamondes, el Director de Enseñanza Secundaria, don Carlos Atienza, el presidente de la Sociedad Nacional de Profesores, don Benjamín Jiménez y los profesores pertenecientes a las misiones, señores Humberto Parodi, Daniel Navea y Humberto Mandujano21.
La experiencia de verano desarrollada en Chile, ahora se lleva a Venezuela como cursos de vacaciones, se ofrecen en agosto y estaban bajo la dirección pedagógica de los maestros chilenos (FVM, 1936. Pág. 30).
“En su labor pedagógica, la misión chilena tuvo gran proyección y actividad, tales como “cursos de perfeccionamiento para directores y maestros de Caracas y el interior; seminarios de inspectores técnicos; reforma de los servicios y procedimientos estadísticos; colaboración con los organismos competentes en la elaboración de planes y programas de estudio; cátedras de carácter pedagógico en las escuelas normales, cursos de formación de kindergarterinas; entrenamiento de los maestros en la construcción de material docente; conferencias sobre los más diversos asuntos, entre ellos organización gremial del magisterio, fueron algunas de sus realizaciones” (Prieto y Padrino 1940. p. 7).
En el proyecto de creación del instituto, participó del Dr. Humberto García Parodi, quien había sido miembro integrante venido de la misión chilena en el mes de abril. La creación del instituto elevaba la formación docente en el ámbito de estudios superiores, ya que hasta ese momento la ley establecía Escuelas Normales Superiores, pero en la práctica los maestros eran fundamentalmente bachilleres. El modelo de formación docente transferido- adaptado se convirtió en un rasgo común a los centros de formación docente que se comenzaron a crear en la década de los años cuarenta. Así, el estado nacional ante la necesidad de formar profesionales en diversas áreas especializadas, con el fin de cubrir las exigencias del currículo de la Educación Secundaria y Normalista, siendo un país donde la mayoría de la población vivía en el medio rural, crea en la población de Upata (Estado Bolívar) la Escuela Normal Rural “Yocoima” (1946), en la población de Rubio (Estado Táchira) la Escuela Normal Rural “Gervasio Rubio” (1948), posteriormente transformado en Escuela Normal Internacional de Rubio.
8. COOPERACIÓN CULTURAL ENTRE CHILE Y VENEZUELA
Consecuencia, en este itinerario pedagógico, se produce la creación del Instituto Chileno – Venezolano, que no es el primero ni el único en su clase. En Chile, se crearon instituciones de esta naturaleza para fortalecer los lazos de cooperación con aquellos países que integraban el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual. Así hubo instituto chileno-peruano, chileno-argentino, chileno-norteamericano, chileno-mexicano, entre otros. Estas instituciones se encargaban del fomento de actividades culturales entre los países, promoción de obras literarias, bibliotecas, seminarios y demás actividades protocolares asociadas a eventos, fechas y efemérides patrias. Los institutos de cooperación intelectual forman parte del movimiento de cooperación intelectual internacional que se desarrolló en Europa y América en los años treinta del siglo XIX22.
El Instituto Chileno-Venezolano es una iniciativa promovida por Mariano Picón Salas, Héctor Cuenca y José Santos González Vera.
El 15 de julio de 1938 fue fundado el Instituto Chileno-Venezolano de Cultura, cuya labor se iniciará con el envío de 657 volúmenes a la Biblioteca Nacional de Caracas, para la fundación de la sección Chilena. Organizó un concurso sobre “Vida y obra de Andrés Bello” y se preocupó por conseguir las 10 primeras becas para venezolanos en Chile. Por gestiones suyas, se logró que el Instituto de Geología de Caracas diera también las dos primeras becas para chilenos. Celebra anualmente el aniversario nacional de Venezuela, con la cooperación de la Escuela “República de Venezuela” y de la Escuela “Simón Bolívar”, ambas en Santiago23.
El instituto era un espacio de encuentro e intercambio cultural, favorecía el flujo de bibliografía entre los países, y fomentaba los vínculos y la solidaridad intelectual internacional.
Instituto chileno – venezolano de Cultural
Con motivo de cumplir un año de vida, el Instituto celebró una velada en el recinto universitario, que contó con la asistencia del ministro de Venezuela, señor Atilio Carnevali, de los señores ministros de Colombia, Ecuador, Santo Domingo y otras distinguidas personalidades.
El presidente del Instituto, Profesor Oscar Vera Lamperein, dio a conocer las actividades desarrolladas durante el año, entre las cuales una de las más eficientes ha sido la obtención de diez becas para estudiantes venezolanos decretadas por nuestro ministro de educación, en diversos planteles de enseñanza. se instituyen, además dos premios en un concurso chileno-venezolano que se abrirá sobre la vida y obra del ilustre prócer Andrés Belo; y gracias a la acción del Instituto, pudo inaugurarse en la Biblioteca Nacional de Caracas, la sección chilena con más de 700 obras.
El Ministro de Venezuela señor Carnevali, pronunció en la velada un discurso sobre el papel de la cultura en las relaciones entre ambos pueblos, que había iniciado con tanto fruto el eminente Bello, primer Rector de la Universidad de Chile y gran maestro de la juventud de su suelo en adopción.
Diversos números artísticos a base de música y poesía venezolana, dieron mayor brillo al festejo24.
El Instituto Chileno – Venezolano era parte de las actividades fomentadas desde la Comisión Chilena de Cooperación Intelectual, el objetivo de esta institución era “coordinar las actividades culturales nacionales y dar a conocer la producción intelectual chilena en el extranjero, en especial, en los países de América, poniendo en contacto nuestras fuerzas espirituales con las de otras naciones, dentro de una finalidad pacifista y de acercamiento internacional”25. La comisión era un órgano autónomo del Estado Chileno, estaba vinculado al Instituto Internacional de Cooperación Intelectual de París, instancia que luego evolucionaría hacia la UNESCO y a la Oficina de Cooperación Intelectual de la Unión Pan Americana. La Comisión Chilena de Cooperación Intelectual era presidida por la profesora Amanda Labarca, representante de la Universidad de Chile.
Como ideas finales destaca la importancia de profundizar en el estudio de las relaciones o vínculos pedagógicos en las naciones suramericanas en el siglo XX. La muestra nos permite apreciar los vínculos que se establecen entre el magisterio chileno y el magisterio venezolano, con repercusiones pedagógicas en ambos países, lo que merece un estudio en mayor profundidad para la comprensión de los problemas educativos en la región y el papel que el magisterio -con mayor o menor intensidad- desempeñó en la modernización de la escuela del siglo XX y en la configuración de proyectos educativos de inspiración democrática.
Hemos abordado apenas un aspecto, lo que invita sí a indagar los vínculos políticos, pedagógicos, profesionales y gremiales construidos por el magisterio en el complejo siglo XX latinoamericano. Una exigencia muy importante en los tiempos actuales, donde el magisterio tiene mucho que aportar en la configuración de una ciudadanía más robusta frente a los procesos de reorganización social y estructuración de los Estados en el inicio del siglo XX.
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