Paulo Freire. Revista de Pedagogía Crítica

Año 15, 18 Julio – Diciembre 2017

ISSN 0717 – 9065      ISSN ON LINE 0719 – 8019

pp. 203 - 220

 

 

 

 

EDUCACIÓN INTERCULTURAL Y ANTIRRACISTA: UN ACERCAMIENTO DESDE LA UNIVERSIDAD CUBANA

 

INTERCULTURAL AND ANTIRACIST EDUCATION: AN APPROACH FROM THE CUBAN UNIVERSITY

 

Maikel Pons Giralt*

 

Resumen.

La revolución cubana minó las bases estructurales del racismo heredado de la sociedad capitalista. Sin embargo, la realidad educativa universitaria cubana evidencia la presencia de estereotipos negativos en profesores y estudiantes, especialmente hacia los negros (as) y el legado cultural africano. Esto se constata en representaciones sociales negativas y el insuficiente conocimiento y tratamiento intercultural que se recibe en la formación de pregrado y posgrado sobre los diferentes componentes étnicos-culturales de la nación cubana. En este artículo se brinda un análisis sobre los antecedentes en la pedagogía cubana, con respecto al fomento de valores interculturales en la preparación, tratamiento y actuación de los docentes, enfocados en los componentes étnicos/raciales de la cultura cubana. Se realiza además una caracterización epistemológica del proceso de educación intercultural y de la educación antirracista en la educación superior cubana. Los  principales métodos y técnicas empleados en la investigación son la revisión documental,  el análisis de contenido, la observación, entrevistas, encuestas y grupos focales. Esta investigación ya permite resultados que se concretan en la producción científica y tecnológica, específicamente en publicaciones, participación en eventos, intercambio de experiencias y modelación de proyectos, cursos, tesis de pregrado, maestrías y doctorado que tributan a la temática.

 

Palabras claves: educación intercultural, educación antirracista, racismo, docente universitario en Cuba.

 


 

*  Universidad de Camagüey – Cuba; maikelpg79@gmail.com Fecha de Recepción: 18 agosto 2017

Fecha de Aceptación: 15 agosto 2017

 


Abstract.

The Cuban revolution undermined the structural foundations of racism inherited from capitalist society. However, the Cuban university educational reality evidences the presence of negative stereotypes in teachers and students, especially towards blacks and the African cultural legacy. This is evident in negative social representations and the insufficient knowledge and intercultural treatment received in undergraduate and postgraduate training on the different ethnic-cultural components of the Cuban nation. This article provides an analysis of the background in Cuban pedagogy, regarding the promotion of intercultural values in the preparation, treatment and action of teachers, focused on the ethnic / racial components of Cuban culture. There is also an epistemological characterization of the process of intercultural education and antiracist education in Cuban higher education. The main methods and techniques used in the research are, from the empirical level: observation, interviews, surveys, discussion groups and the theoretical level analysis-synthesis, induction-deduction. This research already allows for specific results in scientific and technological production, specifically in publications, participation in events, exchange of experiences and modeling of projects, courses, undergraduate theses, master's and doctoral studies that are subject to the theme.

 

Keywords: Intercultural education, antiracist education, racism, university teacher in Cuba.

 

 

INTRODUCCIÓN

Asumir la diversidad en el ámbito educativo significa fomentar el respeto mutuo, conocimiento de otros estilos de vida, la eliminación de situaciones de discriminación, la capacidad de comprensión, la atención y actuación con sentido comunitario, la ayuda mutua, incluir a todas las personas implicadas en la educación, diversificar las posibilidades didácticas metodológicas opuestas a la homogeneidad de la enseñanza. Este reconocimiento no solo para admitir las diferencias entre los sujetos –coherente con la perspectiva multicultural-, sino para avanzar en verdaderos diálogos interculturales. Esa postura dialógica intercultural, en la educación superior cubana se concatena epistémicamente con el término transculturación[1] acuñado por Fernando Ortiz.


Para la ensayista Zuleica Romay (2012) “Aunque la Revolución Cubana demolió el racismo estructural de la vieja sociedad (…) continúa influyendo en las premisas, formas y consecuencias de ciertas relaciones sociales” (p. 267). En ese contexto de relaciones, la inmovilidad y el triunfalismo ocuparon los espacios educativos y “se abandonó la concientización antirracista y la elaboración de una estrategia de educación de los niños, jóvenes y adultos para una integración socialista entre las razas en Cuba” (Martínez, 2011).

Abordar este tema en la realidad de la universidad cubana, armoniza con reiterados llamados que se realizan por los principales dirigentes políticos del país y en documentos aprobados por el Partido Comunista de Cuba. En intervención ante el Parlamento cubano realizada por el presidente de la Comisión Aponte[2] de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) plantea la vitalidad del fenómeno en el ámbito educativo:

“La problemática del análisis histórico del color tiene que entrar en la escuela para que logre pasar a la cultura. Urge revisar los textos de historia de Cuba y escribir otros que reflejen objetivamente los diferentes procesos del país, el papel de los diferentes grupos raciales en la construcción de la nación y su cultura, e introducirlos como una asignatura básica desde la enseñanza primaria hasta la Universidad” (Feraudy, 2012).

 

Un ejemplo de la importancia que genera el tema racial se concreta en la indicación dirigida a los rectores de las universidades cubanas, desde el Ministerio de Educación Superior, en febrero del 2014. En ella se precisa la necesidad de dar tratamiento al tema de las relaciones raciales en Cuba aprovechando las vías curriculares, investigativas, de superación y de extensión universitaria. En la revisión de la literatura realizada el autor identifica diversas investigaciones, publicaciones y documentos normativos nacionales e internacionales que constituyen referentes epistemológicos en cuanto a la educación intercultural y la educación antirracista del docente universitario.

No obstante a estos esfuerzos que se realizan en la educación superior cubana, el autor de la investigación coincide con estudios llamando la atención que, en un contexto de diversidad cultural donde lo pluricultural y multicultural están presentes, se precisa de respuestas coordinadas y sistémicas que se enfoquen en la interculturalidad y la diversidad educativa (Rivero, 2011; 2015; 2015a). La realidad educativa cubana muestra que es insuficiente y limitado el tratamiento que se le brinda a la problemática racial, el racismo y el antirracismo. Especialmente esto se manifiesta en el currículo docente e investigativo de las instituciones de la educación superior, las cuales poseen un potencial extraordinario para estudiarla y hacer las recomendaciones pertinentes. (Morales, 2007; 2010)

 

 

FUENTES HISTÓRICAS PARA UNA EDUCACIÓN INTERCULTURAL Y ANTIRRACISTA EN CUBA.

Las fuentes de una educación intercultural en Cuba se encuentran en el pensamiento y la tradición ética pedagógica cubana del siglo XIX y XX. El llamado a la tolerancia social real y no a la nominal que convoca el presbítero Félix Varela en sus Cartas a Elpidio es ilustrativa al respecto. Cuando advierte que “las ideas no se matan a balazos (…) tampoco se disipan con insultos (…) pongámonos (…) en el lugar de la persona que queremos corregir o ilustrar” (Varela, 1996, p. 82). Sus pensamientos son coherentes con el proyecto emancipador popular y moral que sustenta a la educación intercultural. Este ideario ético y pedagógico se asienta en un sólido humanismo (Sánchez, 2003).


A tono con las ideas dominantes, también en el humanismo ilustrado resaltan las ideas de José de la Luz y Caballero (1981) respecto al progreso constante de la humanidad. En la primera mitad del siglo XIX existen escasas escuelas en el campo o la ciudad, creadas en su mayoría por personas de origen muy humilde. Antonio Bachiller y Morales, llamó a estos centros “escuelas de amigos y amigas” (p. 142). Se dieron en ellas, manifestaciones primigenias de coeducación -y de interculturalidad educativa- pues estudiaban juntos hembras y varones. Había además, una práctica incipiente de la integración racial, pues estaban reunidos niños blancos y negros.

Durante la Guerra de los Diez Años se revela la aparición de una pedagogía emancipadora, como vía de promover la inclusividad y relaciones interculturales sin distinción de diferencias sociales. La Ley de instrucción pública de la Revolución Cubana en 1869, es una de las primeras de su tipo en América y el mundo, que promueve la importancia de una educación popular (Pérez, 2011). Estas manifestaciones educativas responden a las necesidades de un conglomerado poblacional donde acceden a la cultura democrática y revolucionaria (negros, blancos, ricos, pobres, niños, niñas, hombres, mujeres).

Es el más universal de los cubanos José Martí quien marca un hito esencial en el pensamiento pedagógico cubano descolonizador, emancipador, antirracista e intercultural. Su lucidez educativa se hace evidente en el ensayo Nuestra América cuando recomienda que:

La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia (…) Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas (Martí, 2007, pp. 102-103).

Para Martí no son las recetas y libros europeos y estadounidenses los que van a descubrir el enigma americano y sus soluciones. Sus tesis antirracistas son fundacionales de un pensamiento educativo intercultural y patentizan la condena a la discriminación en cualquiera de sus expresiones. La pasión por no ver en las diferencias motivo para la exclusión de las personas es cardinal "Todo lo que divide a los hombres, (…) los especifica, aparta o acorrala, es un pecado contra la humanidad (…) Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro" (Martí, 1975, pp. 135-136).

Pese a ese ideario pedagógico cubano de inmensa lucidez, la realidad de la educación general cubana y en particular la universitaria, era pésima al terminar el período colonial. Haciendo alusión a un informe del gobierno interventor estadounidense en 1901, sobre el estado de la universidad cubana, Pablo Guadarrama aprecia lo siguiente: "A esa deplorable situación se unía la discriminación [en el acceso a la universidad] de que eran objeto la mujer, (…) los negros, mulatos y en general los sectores populares[3]" (Guadarrama, 2005, p. 60)

Aún con los esfuerzos denodados de Enrique J. Varona por establecer reformas universitarias que tipificaran una educación superior autóctona, en aquel medio social impregnado de códigos culturales norteamericanos, la universidad no podía escapar al proceso de neocolonización. En ese contexto llega la influencia renovadora de la reforma universitaria de Córdoba, Argentina en 1918, la agitación política y social de los años 20 marca además, un pensamiento pedagógico descolonizador e intercultural. Su máxima expresión fue el líder estudiantil Julio A. Mella.

Para el fundador de la FEU "la Universidad Moderna debe influir de manera directa en la vida social" (Mella, 1975, p. 49). En ese sentido plantea que la única emancipación verdadera y definitiva se puede encontrar en la cultura y para eso es necesario llevar a las masas populares el saber universitario. La creación de la Universidad Popular José Martí constituye un hito y referente de vías para el tratamiento intercultural y emancipador. La vertical militancia comunista lo lleva a denunciar las prácticas discriminatorias hacia los negros.

Una caracterización de la educación intercultural en la docencia universitaria cubana, en criterio del autor no puede eludir la obra científica, académica y educativa de Fernando Ortiz. Las clases en la Universidad Popular y el programa del cursillo de 1943 sobre Factores etnográficos de Cuba en la Universidad de la Habana, son ejemplos contundentes de vías para la educación intercultural y de tratamiento a los componentes étnicos/raciales en la educación superior cubana (Ortiz, 2013). La Constitución de 1940, considerada una de las más avanzadas para su época en cuanto a inclusión social, se quedó trunca en sus alcances. Desde el propio Programa del Moncada en octubre de 1953, nuestro Comandante en Jefe resalta el papel que debe corresponder a la educación, en el programa de transformaciones sociales imprescindibles para erradicar las desigualdades e injusticias sociales imperantes en la época.

El 1º de enero de 1959 el principio de la igualdad comenzó a materializarse en todas las esferas de la vida del país. Las leyes y las políticas de promoción de la igualdad de posibilidades de acceso, garantizaron la eliminación del racismo institucionalizado y de los mecanismos jurídicos que impedían el disfrute de la igualdad de derechos con independencia del color de piel. De igual forma, la creación de condiciones sociales para la reducción de los prejuicios raciales y las conductas sociales discriminatorias. En marzo de 1959[4] la explicación a la problemática de la discriminación racial y la vía de solución fundamental la ve Fidel en la labor educativa escolar. Estas ideas, marcan la política educativa cubana desde 1959 en crear bases para la universalización e interculturalidad educativa. La Campaña de Alfabetización de 1961 erradicó el analfabetismo en todo el país, un mal social que afectaba a los sectores desposeídos. Decenas de miles de personas negras y mestizas, junto a decenas de miles de blancos pobres en los campos y ciudades, aprendieron a leer y escribir. El período entre 1959 y 1976 se caracteriza por concebir y desarrollar una nueva universidad, revolucionaria, completamente gratuita y en función de las necesidades de la sociedad.

La Reforma de la Enseñanza Superior en Cuba en 1962 estableció principios para la universidad revolucionaria. Entre ellos el autor destaca: la enseñanza activa para un aprendizaje consciente y participativo; el desarrollo integral y armónico del estudiante; la organización de un amplio sistema de becas estudiantiles para favorecer el acceso de los excluidos y la extensión universitaria como elemento de integración universidad-pueblo. A partir de 1962, en la Universidad de la Habana, se funda la Facultad de Humanidades, que reúne diversas carreras, entre ellas la Escuela de Historia. En esta se crea la asignatura “Colonialismo y Subdesarrollo en Asia, África y América Latina”. Constituye este uno de los primeros esfuerzos por encontrar vías interculturales para diversificar el tratamiento docente a las fuentes históricas de los diferentes componentes étnicos/raciales de la nación cubana y de la historia mundial (Álvarez, 2008). La creación del Departamento de Filosofía de la Universidad de la Habana en febrero de 1963 y luego la Revista Pensamiento Crítico, fue un paso decisivo también en el esfuerzo por recuperar un pensamiento multicultural, en diálogo crítico y emancipador con el mundo (Martínez, 2013).

En la primera mitad de la década de los 70 por diversas coyunturas comienza un retroceso en la creación intelectual y artística popular, que por supuesto impacta en la educación universitaria. Reconoce Fernando Rojas, vice ministro de Cultura, que el Congreso de Educación y Cultura de 1971 “pone en blanco y negro que las religiones afrocubanas eran peligrosas socialmente. El pensamiento dogmático golpeó a la misma vez la creación artística-literaria de vanguardia y la creación popular” (Rojas, 2003, p. 3). Según este funcionario en el campo de la educación no se dirigieron críticas contra nadie, esta era dirigida al sector intelectual y las culturas populares. Sin embargo, la persistencia del pensamiento dogmático radica en los esquemas establecidos en la enseñanza en el tratamiento a contenidos y en los estilos pedagógicos.

El Primer Congreso del Partido en 1975 otra vez trata de recuperar los dos caminos: la gran libertad de creación en el campo de la producción intelectual y el valor de la cultura popular. Partiendo de la fundación del Ministerio de Educación Superior, entre 1976 y 1999 se concibe y consolida el Sistema Universitario Cubano. No obstante, a los avances experimentados, la universidad tenía un carácter elitista porque no lograban acceder jóvenes procedentes de los sectores más pobres y marginados que heredó la Revolución. Esto a nivel de la sociedad se manifestaba en la tendencia a la reproducción de la pobreza asociada a la falta de conocimientos y también en la reproducción de las mejores condiciones sociales de los sectores de la población poseedores de conocimientos (Alarcón, 2008).

Como parte de las respuestas educativas a estas insuficiencias, en el curso 1988/89 fue restablecida la asignatura de educación cívica con nuevos contenidos basados en la realidad y la construcción que de ella hacen los ciudadanos y los enfoques que de ella se derivan. En este sentido se incentiva el estudio de los aborígenes, de la trata y la esclavitud de los africanos esclavizados, de los acontecimientos antiesclavistas y antirracistas desarrollados durante la colonia y la República Neocolonial y del pensamiento antirracista cubano y sus principales exponentes a lo largo de la historia (Naciones Unidas, 1997, 2011, 2016). Para la educación superior cubana la calidad tiene sentido cuando los estudios universitarios se hacen realidad para los más amplios sectores sociales. Es preciso transformar las ideas elitistas todavía presentes en una parte de la comunidad universitaria y de la sociedad como consecuencia de la herencia cultural imperante durante siglos en la universidad tradicional mundial. La universidad cubana debe ocuparse de trazar principios, entre ellos, la paz. Esta paz entendida como aprender a vivir juntos, el respeto a la diversidad cultural y a lograr espacios de diálogo que permitan la identificación armónica de las soluciones.

 

 

ALCANCES Y LIMITACIONES DE LA EDUCACIÓN INTERCULTURAL Y ANTIRRACISTA EN EL ÁMBITO UNIVERSITARIO CUBANO.

 

El autor coincide con Martínez Heredia cuando afirma que “Las razas son construcciones sociales que identifican o marcan a grupos humanos respecto a otros grupos en dependencia de relaciones que sostienen entre sí” (Martínez, 2012, p.7). El racismo engloba las ideologías racistas, las actitudes fundadas en los prejuicios raciales, los comportamientos discriminatorios, las disposiciones estructurales y las prácticas institucionalizadas que provocan la desigualdad racial, así; como la idea falaz de que las relaciones discriminatorias entre grupos son moral y científicamente justificables (Unesco, 1978).

Con el triunfo revolucionario fue posible el inicio de la fase reivindicadora del proceso de transculturación cubano con las limitaciones descritas por el propio Ortiz (2013) referente a los “prejuicios seculares” del racismo. No obstante persisten influencias del occidentalismo y las visiones eurocéntricas del saber que convierten a valores culturales como el folklore en algo exótico, pintoresco y de menor importancia. Es el régimen capitalista hoy quien coloca esas verdaderas subculturas en un plano marginal, de-culturadas totalmente y con un sentido de incapacidad de aportar elementos valiosos a la cultura nacional, pues solo puede ser posible en los cánones de la cultura occidental capitalista (Martínez, 2016). La preocupación de las autoridades cubanas por el tema racial trasciende de forma sistemática en la presentación de los informes del Estado, ante el comité internacional sobre discriminación racial (Naciones Unidas, 1997, 2009, 2011, 2013, 2016). De igual forma fue motivo de atención por la 1ra Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba (PCC) en sus objetivos de trabajo. Contundente resulta lo expresado por Fidel Castro en cuanto a la persistencia de las secuelas del racismo en la sociedad cubana en la sesión de clausura del Congreso Pedagogía 2003:

La Revolución, más allá de los derechos y garantías alcanzados para todos los ciudadanos de cualquier etnia y origen, no ha logrado el mismo éxito en la lucha por erradicar las diferencias en el status social y económico de la población negra del país, aun cuando en numerosas áreas de gran trascendencia, entre ellas la educación y la salud, desempeñan un importante papel (Castro, 2003).

 

El Centro para el Perfeccionamiento de la Educación Superior (CEPES/UH) desde 1997 monitorea el comportamiento de los índices de equidad según color de la piel en el acceso a la educación superior cubana (Turner, Martín & Enríquez, 2015).

Se aprecia que la mayor parte de las investigaciones educativas en Cuba comprenden el espacio multicultural y la demanda intercultural, desde la coexistencia entre estudiantes cubanos y extranjeros. No se consideran integralmente los elementos de diferenciación a lo interno de los espacios educativos, minimizándose otros factores de diversidad cultural tales como: relaciones étnico/raciales, orientación sexual, creencias religiosas, género y preferencias culturales (Ávila, 2006; Rivero, 2011). Es notable la falta de un consenso sobre las particularidades de nuestra diversidad cultural y su tratamiento en las instituciones educativas. En Cuba se expresan diversidad de identidades,  por  lo que  la naturaleza multicultural atribuida a las sociedades actuales es pertinente y constituye una fortaleza para los procesos formativos (Rivero, 2015; 2015a).

Con respecto a los referentes en Cuba, las investigaciones se centran en las relaciones interraciales de la sociedad cubana, componentes étnicos, y sobre la necesidad de una perspectiva antirracista en la educación. A los efectos de esta investigación el autor resalta los aportes de: Morales, 2007, 2010; González, et al., 2010; Guanche, 2011, 2011a; Martínez Heredia, 2011, 2012, 2013; Romay, 2012; Pogolotti, 2012; Feraudy, 2012, 2015; Fernández, 2015; Martínez Furé, 2016. Aunque existe un material investigativo invaluable en los últimos veinte años desde las ciencias sociales cubanas con respecto a estos temas, el autor encuentra insuficientes las investigaciones pedagógicas que aborden la perspectiva antirracista desde la educación superior cubana. Esta cuestión es señalada por muchos de estos investigadores cubanos que se referencian anteriormente.

En investigación realizada por el autor (Pons, 2017) se pudo observar y analizar en trabajo de campo el tratamiento a las relaciones étnico/raciales, el antirracismo y la interculturalidad en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Camagüey y en otros espacios sociales y educativos. Para tener un acercamiento diagnóstico se tuvo en cuenta los siguientes indicadores: concepción que posee el docente universitario sobre la educación intercultural y antirracista; vías que utiliza el docente para el tratamiento a la diversidad cultural; conocimiento del docente universitario sobre los componentes étnicos/raciales de la nación cubana; acciones de educación antirracista que realiza el docente universitario. Para ello se realizaron entrevistas a docentes de ciencias sociales, fueron aplicadas encuestas a directivos, dirigentes metodológicos y docentes de ciencias sociales y de carreras técnicas y desarrollados dos grupos focales con docentes universitarios y profesionales de otros sectores sociales.

Los resultados fundamentales se resumen de la siguiente forma:

 

·         Es necesaria la educación intercultural para abordar los componentes étnicos/raciales de la cultura cubana y otras problemáticas.

·         Desde el sistema de contenidos de las clases; promover una cultura de igualdad entre todos los estudiantes.

·         Visibilizar adecuadamente los diferentes componentes étnicos de la nación cubana para entender el racismo.

·         Mostrar en los contenidos de la docencia las historias de la esclavitud y el racismo; utilizar el pensamiento antirracista de Martí y Fidel; rescatar la memoria histórica con un enfoque antirracista en las clases; organizar cursos optativos sobre la religiosidad cubana de origen africano y los componentes étnicos/raciales en Cuba.

Con esta constatación en la práctica docente e investigativa, triangulado con una acuciosa revisión y análisis documental y de contenidos (Pons, 2014; 2015; 2015a; 2017), el autor coincide en señalar que es insuficiente en la educación superior el abordaje de nuestra racialidad desde una perspectiva histórica y transdisciplinaria. Es necesario explicar en todos los niveles de enseñanza de dónde vienen esas diferencias de color que generan estereotipos, discriminación y racismo; desmitificarlas, insistiendo que se trata de una “construcción social”, por las clases y grupos dominantes para ejercer el poder económica y culturalmente. Para la batalla social contra el racismo se deben establecer coordenadas y articular de forma coherente los planes de estudio  educacionales. Solo de esta forma se podrá conformar una mirada definitivamente liberada de concepciones eurocéntricas, sin renunciar a cuanto heredamos de positivo de esa tradición occidental (Morales, 2007; 2010). Coincidimos con Martínez Heredia (2011) en lo perjudicial del abandono de la concientización antirracista y la elaboración de una estrategia de educación de los niños, jóvenes y adultos para una integración socialista entre las razas en Cuba. La propia dinámica e impulso de las tareas y los logros de la Revolución le hubieran brindado un suelo óptimo. Este autor es definitorio cuando expresa: “repetimos hasta el cansancio que nuestro inmenso sistema educacional no es un lugar de formación antirracista” (Martínez, 2011).

 

Las ciencias sociales y humanísticas, en particular, la pedagogía dentro de la educación superior, deben asumir el tema racial como algo de vital estudio e investigación. Para lograr la comprensión de la sociedad cubana actual y el abordaje de su perfeccionamiento antirracista, se precisa tener en cuenta una postura práctico-crítica revolucionaria donde el educador necesita ser educado desde los más disímiles espacios educativos (Marx, 1980). Es así que se muestra imprescindible “establecerse a todos los niveles los estudios sociales que eduquen a los niños y jóvenes en una integración democrática y socialista. Y que garanticen una educación antirracista y antidiscriminatoria” (Feraudy, 2012).

 

CONCLUSIONES

Con el desarrollo de este artículo el autor concluye que existen antecedentes en el pensamiento pedagógico cubano en los siglos XIX, XX y XXI que sustentan una perspectiva intercultural y antirracista en la labor docente educativa. Esto se profundiza durante el proceso revolucionario luego de 1959 y la universalización de la educación superior en Cuba. Aunque las políticas educativas universitarias no se diseñan dirigidas específicamente a la educación intercultural del docente universitario, los valores que comparte la universidad cubana son fuente de legitimidad para el fomento de una educación intercultural y antirracista. No obstante se muestra insuficiente la concreción de estas políticas educativas en acciones pedagógicas que fomenten la educación intercultural y el tratamiento a los componentes étnicos/raciales por parte del docente universitario.

Aún cuando en los últimos veinte años el tratamiento educativo a los componentes étnicos/raciales de la sociedad cubana se incrementa, es visible que en estos temas todavía resultan insuficientes las herramientas docentes metodológicas que brinden formas de hacer desde la pedagogía. Por lo cual se plantea necesario promover acciones que fomenten valores interculturales en la preparación, tratamiento y actuación de los docentes, especialmente enfocados en los componentes étnicos/raciales de la cultura cubana. En este mismo sentido es imprescindible potenciar los estudios desde la teoría y la práctica pedagógica, que permitan la preparación docente con respecto a la educación intercultural y la educación antirracista, contextualizada con una diversidad sociocultural que se expresa en los espacios educativos universitarios. Este artículo es el resultado de una investigación de maestría y la socialización del tema en eventos y publicaciones (Pons, 2014, 2015, 2015a, 2017) que el autor profundiza en la actualidad con sus estudios doctorales. Constituye un esfuerzo más de los pedagogos cubanos, por aportar al debate y la práctica social para convertir a Cuba en una sociedad más inclusiva y definidamente intercultural y antirracista.

 

 

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[1] “Hemos escogido el vocablo transculturación para expresar los variadísimos fenómenos que se originan en Cuba por las complejísimas transmutaciones de culturas que aquí se verifican, sin conocer las cuales es imposible entender la evolución del pueblo cubano, así en lo económico como en lo institucional, jurídico, ético, religioso, artístico, lingüístico, psicológico, sexual, y en los demás aspectos de su vida. La verdadera historia de Cuba es la historia de sus intrincadísimas transculturaciones”. (Ortíz, 1983, p. 88).

[2] Esta comisión no gubernamental es la encargada de liderar las acciones y prácticas  antirracistas en la sociedad civil cubana. Cuenta con el apoyo permanente del gobierno y mantiene comunicación permanente con el 1er Vicepresidente cubano. En todas las provincias existe una representación de ella, que realiza diversas actividades en coordinación con las instituciones.

[3] Desde fines de 1870 se tiene constancia que ante el abandono oficial por la educación de los sectores humildes, los negros y mulatos, se desarrollaron como alternativa, entre otras, la de ampliar las permitidas sociedades de socorro mutuo, y convertirlas en liceos de instrucción y recreo. Esta práctica socioeducativa cobra particular importancia durante el periodo de la neocolonia cubana de 1902-1959. Ver: Hevia Lanier, Oilda (1996). Directorio central de las sociedades negras en Cuba: 1886-1894. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana; Montejo Arrechea, Carmen V. (2004). Sociedades negras en Cuba: 1878-1960. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.

[4] Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, el 22 de marzo de 1959 disponible en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1959/esp/f220359e.html